Déjate hipnotizar por el programa de televisión que borra la línea entre el día y la noche y entre el placer y la pasión. Esta es quizás una de las pocas categorías que presentan la pasión como un pudín crudo tardío para saborear en una era en la que el clímax está lleno. Uno puede esperar momentos cercanos en los que la expresión de afecto no solo está en palabras, sino en acciones y donde el semen se convierte en el símbolo último de la pasión. Aquí, como en la mayoría de los textos de Rigobertoolon, el énfasis está en lo que sucede después, la sensación prolongada de finitud, el vínculo establecido a través del tacto. Es algún tipo de dominio de sensualidad, un testimonio de que el deseo sexual no solo se satisface, sino que se corresponde, algo que es profundamente romántico